"Querría que todos leyeran, no para que se conviertan en literatos o poetas, sino para que ya nadie sea esclavo". (Gianni Rodari)

lunes, 13 de agosto de 2012

"Negro de mierda": La visión humillante del humillado


 “… la injuria es un género donde la palabra toma el cuerpo. Mirar con el ojo bizco, el ojo injuriado, es una concepción erdosiana del mundo, la visión humillante del humillado.”
Luis Gusmán.
"Yo soy rubia por fuera y por dentro”
Mirtha Legrand


(…)
Concentrémonos por ahora en la supuesta injuria "negro de mierda": Como expresión, tiene su origen en la década del cuarenta, cuando se da en el país un desarrollo industrial acelerado que se concentra especialmente en Buenos Aires (pero también en Córdoba y en Rosario) y que genera una masiva migración interna: mucha gente del interior llega a la capital en busca de trabajo. Estos grupos migratorios no tienen físicamente las mismas características de los grupos que llegaban de Europa. Los nuevos migrantes son morenos, mestizos, mulatos, muchos descendientes de nuestros exterminados pueblos originarios y eso molesta a ciertos miembros de nuestra “europea” capital que ven teñirse de “oscuro” el paisaje citadino. Por lo tanto, ya desde su origen, “negro de mierda” es una expresión con una carga absolutamente despectiva y asociada a las características físicas de las personas como su color de piel o su color de cabello. Sin embargo, con el tiempo, esta expresión ha derivado en un “insulto” que designa a toda persona que se comporte de modo reprochable y, por lo tanto, el “ser negro” es igual a “ser basura”. Si además tenemos en cuenta el complemento que acompaña al “ser negro” casi como un apellido (“de mierda”) la equivalencia está completa.
Hay quienes se defienden de la acusación de “racismo” alegando que con “negro de mierda” no se refieren al color de piel sino al alma, y entonces creen que hacen algo distinto de lo que dicen. Sin embargo, en realidad, no han hecho otra cosa que convertir lo literal en simbólico, es decir, ahora la “negritud” es asociada a lo malo de manera mucho más efectiva porque, cuando lo literal se transforma en símbolo, significa que ha habido un proceso de aceptación extendido en el uso de la expresión, de modo que su utilización se da sin que medie la razón, sin que medie la posibilidad de elegir entre una expresión y otra y, por lo tanto, estamos ante un fenómeno de falsa conciencia cada vez más difícil de desmontar. Y además, convengamos que a ninguno de quienes dicen referirse exclusivamente al “alma negra” de las personas, se le ocurriría usar esta “injuria” contra un rubio bien vestido, con una billetera gorda y un tatuaje en el cuello.
Y es que el racismo es eso: tiritar de miedo, morirse de terror y enfundarse en una máscara de soberbia y superioridad para ocultarlo. Y es, además, el terror ante la inquietante posibilidad de estar del otro lado: ¿O acaso no somos nosotros, los que "insultamos" al de al lado con un "cabeza", "villero", "bolita", "paragua", "brazuca", "negro de mierda"..., los mismos que somos "insultados" en el exterior como "latinos de mierda" en Estados Unidos o "sudakas de mierda" en Europa? ¿No tenemos todos, acaso, el mismo apellido?
Por otro lado, tampoco es casual que el “insulto” haya proliferado especialmente en los ciudadanos de clase media, quienes intentamos una y otra vez separarnos de aquellos a quienes no nos queremos parecer a pesar de que compartimos con ellos un común denominador: la humillación de las clases altas.
(…)
Por eso, en los tiempos en que se hablaba permanentemente de la desaparición de la clase media y de su probable caída hacia “abajo” nos hemos visto obligados, como los humillados de Arlt, a injuriar con nuestro ojo bizco a aquellos de los que siempre quisimos separarnos: otros humillados como nosotros que nos muestran un espejo en el que no nos queremos mirar: los “negros de mierda”, los “villeros”, los “cabeza” que están más cerca de nosotros de lo que apenas nos permitimos darnos cuenta.
Para finalizar, quiero decirles que si vamos a decidir usar el “insulto” es bueno que lo hagamos habiendo reflexionado un poco sobre su origen y desarrollo para saber desde dónde y por qué lo estamos usando. Después de todo, de eso se trata: de ser cada vez más conscientes, de que seamos nosotros los usuarios del idioma y no los usados por él, para que no dejemos que el lenguaje nos siga atravesando la mayoría de las veces como si no fuéramos más que meros coladores de cocina.


 Viernes, 19 de febrero de 2010
Revista Barcelona


(Me pareció interesante cuando lo leí y creo que está bueno que tengamos en cuenta que cada vez que decimos algo, estamos haciendo también, dejamos efecto, huella en quien nos escucha. Lo que decimos nos define. Y nuestras expresiones vienen de un lugar y tienen una connotación... Tenemos que ser usuarios reflexivos, críticos y conscientes de nuestro discurso, de ese modo evitaremos caer en lugares comunes que no son más que muestra de ignorancia e intolerancia) 

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