La mayoría de los mundos creados, nacen en la literatura. Las palabras nos obligan a imaginar y a conocer otras realidades. La literatura hace que despertemos y que nos posicionemos de un modo diferente ante la vida. Nos pone en el lugar de otros, nos acerca a otras vidas. El mejor modo de entender lo que nos pasa, muchas veces lo encontramos leyendo ficción. Nos cambia, inevitablemente.
"Querría que todos leyeran, no para que se conviertan en literatos o poetas, sino para que ya nadie sea esclavo". (Gianni Rodari)
Datos personales
miércoles, 25 de abril de 2012
de "Árbol de Diana". Alejandra Pizarnik
Tenemos que perder el miedo de mirar las cosas de manera diferente. Cambiar de lugar y observar, de otro modo, lo que nos rodea. El mundo nos parecerá distinto.
lunes, 23 de abril de 2012
una historia muy tierna
En el día del libro...
Más allá de los datos históricos, estas fechas especiales nos sirven para detenernos -un ratito aunque sea, en mi caso éste es ese ratito- a pensar.
Fueron tantas las veces en las que un libro me permitió entrar en otro tiempo y conocer otras realidades, que no puedo menos que transmitir ese amor a la lectura, y por eso decidí dedicarle mi vida.
En la sociedad actual ("la sociedad del ruido y de la imagen", como la llamó Benedetti en uno de sus cuentos) muchas veces la idea de leer nos hace pensar en que es algo aburrido o una pérdida de tiempo, y yo creo que no hay nada más erróneo. Lo que sucede es que estamos muy acostumbrados a vivir en una vorágine, a hacer todo rápido y a tener a otros que hagan las cosas por nosotros; por ejemplo, la televisión nos enseña qué y cómo pensar, nos entretiene y -además- nos deja poco lugar para la imaginación... Y nos acostumbramos a ello.
Un libro, en cambio, hace que conozcamos las historias a nuestro modo y hace que podamos utilizar una de las armas más importantes y hermosas que tenemos: la imaginación. Un libro nos ayuda a viajar, a despegarnos de la realidad y a abrir un mundo desconocido sólo para nosotros.
La lectura hace que crezcamos de un modo diferente, que pensemos lo que nos sucede y lo que pasa alrededor de nosotros, a entender que no estamos solos, que no somos los únicos y que el mundo es inmenso. Con la lectura podemos vivir su belleza -y crueldad también-.
Son muchos los libros que despiertan nuestras emociones, nos vuelven niños, nos cambian el pensamiento y muchísimas veces ponen en palabras exactamente lo que nos pasa.
Sólo hay que buscar.
Hay que despertar y buscar. Porque leer es un modo de despertar y conocernos a nosotros mismos...
Podría seguir,
pero no. Voy a seguir con mi lectura de El lobo estepario, de Herman Hesse, quizá si lo leen más adelante podrán comprender la ansiedad que tengo de volver a sus páginas.
"Después de todo, a la gente siempre le ha gustado que le cuenten cosas. Así que el
memorioso leía y volvía a leer el breve folleto de su autoría ante un público cada vez más numeroso y los dejaba a todos con la boca abierta."Mario Benedetti
Yo no sé muchas cosas, es verdad
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos...
Que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos...
Que el llanto del hombre lo taponan con cuentos...
Que los huesos del hombre los entierran con cuentos...
Y que el miedo del hombre
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas es verdad.
Pero me han dormido con todos los cuentos...
Y sé todos los cuentos.
León Felipe
miércoles, 11 de abril de 2012
Curso básico de racismo y machismo (2)*
[...] En
los Estados Unidos, se viola una mujer cada seis minutos. En México, una cada
nueve minutos. Dice una mujer mexicana:
–No hay diferencia entre ser violada y ser
atropellada por un camión, salvo que después los hombres te preguntan si te
gustó.
Las
estadísticas sólo registran las violaciones denunciadas, que en América Latina
son siempre muchas menos que las violaciones ocurridas. En su mayoría, las
violadas callan por miedo. Muchas niñas, violadas en sus casas, van a parar a
la calle: hacen la calle, cuerpos baratos, y algunas encuentran como los niños
de la calle, su morada en el asfalto. Dice Lélia, catorce años, criada a
la buena de Dios en las calles de Río de Janeiro:
–Todos roban. Yo robo y me roban.
Cuando
Léila trabaja, vendiendo su cuerpo, le pagan poco o le pagan pegándole. Y
cuando roba, los policías le roban lo que ella roba, y además le roban el
cuerpo.
Dice Angélica, dieciséis años,
arrojada a las calles de ciudad de México:
–Le dije a mi mama que mi hermano había
abusado de mí, y ella me corrió de la casa. Ahora vivo con un chavo, y estoy
embarazada. Él dice que me va a apoyar, si tengo niño. Si tengo niña, no dice.
“En el
mundo de hoy, nacer niña es un riesgo”, comprueba la directora de UNICEF. Y
denuncia la violencia y discriminación que se padece desde la infancia, a pesar
de las conquistas de los movimientos feministas en el mundo entero. En 1995, en
Pekín, la conferencia internacional sobre los derechos de las mujeres reveló
que ellas ganan, en el mundo actual, una tercera parte de lo que ganan los
hombres, por igual trabajo realizado. De cada diez pobres siete son mujeres;
apenas una de cada cien mujeres es propietaria de algo. Vuela torcida la
humanidad, pájaro de una ala sola. En los parlamentos hay, en promedio, una
mujer por cada diez legisladores; y en algunos parlamentos no hay ninguna. Se
reconoce cierta utilidad de la mujer en la casa, en la fábrica o en la oficina,
y hasta se admite que puede ser imprescindible en la cama o la cocina, pero el
espacio público está virtualmente monopolizado por los machos, nacidos para las
lides del poder y la guerra. Carol Bellamy, que encabeza la agencia UNICEF de
las naciones unidas, es un caso frecuente. Las naciones Unidas predican el
derecho a la igualdad, pero no lo practican: al nivel alto, donde se toman
decisiones, los hombres ocupan ocho de cada diez cargos en el máximo organismo
internacional.
*Fragmento
Patas arriba:
La escuela del mundo al revés
Etiquetas:
5to año,
trata de mujeres
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